Disfruta de la Costa Brava y el Empordá, a una hora de Barcelona
¿Quieres viajar muy cerca de Barcelona y disfrutar de la paz, tranquilidad del mar, pero también de pueblos con encanto?
Visita en autocaravana los pueblos medievales de la Costa Brava y el Empordá
Empecemos por conocer los pueblos de la Costa Brava
Calella de Palafrugell, solamente con acercarse al mar, apreciamos la belleza del mediterráneo en su máximo esplendor, recomendamos caminar todo el paseo marítimo desde arriba hacia abajo, y ver las diferentes calas, que junto a la arena blanca, no invitan a una baño de mar. Las tiendas de artesanía y la gastronomía mediterránea, hace que valga la pena visitar Calella
Tossa del mar, la bahía encierra el monte con la magnífica fortaleza, caminarla es un placer, subiendo por el camino serpenteante y llegar a lo mas alto, en cada rincón, ir contemplando el sol sobre el mediterráneo, una vez arriba podemos sentarnos cómodamente en la mesa natural y ver el enorme acantilado que tenemos de frente. Desde aquí se aprecia perfectamente las vueltas de la costa brava. Una vez hayamos descansado, bajamos por detrás al pueblo medieval y tenemos infinidad de sitios para comer un buen pescado, con un vino de la región o una cerveza fría.
Playa de Pals, es una claro ejemplo que toda regla tiene su excepción, la Costa Brava en general se caracteriza por playas pequeñas, en calas. En Pals Playa nos encontramos con una playa plana, inmensa y muy ancha, una delicia para los caminadores y los niños juegan libremente.
Sant Feliu de Guixols, un poco mas grande que otras, nos ofrece de todo, buena comida, playa y calas, espectáculos y actividades náuticas.
Blanes, la vista desde el mirador es impresionante, para quedarse horas, al bajar a la plaza un buen baño en agua cristalina reconforta. Buen tamaño de playa. El amplio paseo marítimo nos permite hacer una buena caminata, hasta llegar al puerto y ver los barcos listo para una travesía. El Castillo de Sant Joan, permite ver la grandeza del mediterránea y como defendían la ciudad desde él.
Begur, otro castillo en la cima de todo nos sigue mostrando el inmenso mar. La playa de Begur se mete en las calles de piedra, de forma natural, con los frentes de las casas a metros del mar, la tranquilidad y paz que se vive, es un regocijo para el alma. No en vano han vivido muchos famosos aquí
Y seguimos nuestro viaje por los pueblos de encanto del Empordá, el medioevo en su máximo esplendor
Peratallada, imposible no visitarlo, sus 2 parkings muy cómodos a la entrada del pueblo, nos permiten disfrutarlo a pleno, las calles adoquinadas, sin ruido, aire puro y el sol que se mezcla con la piedra de sus casa, nos transportan a la tranquilidad total. Las tiendas de cerámica son un encanto para los ojos. La comida típicamente catalana, nos permite saborear la mezcla única de sabores.
Palau Sator, a escasos minutos de Peratallada, inclusive se puede ir en bici o andando. Pequeño pero con encanto
Pals pueblo, lo tiene todo, la playa única en la Costa Brava y el casco histórico precioso. Vale la pena perderse por todas y cada una de las callejuelas, con una aire fresco que viene de la montaña. al llegar arriba se puede ver el mar y transportarnos a otra época. Un sitio ideal para una copa al atardecer.
Besalú, la belleza y la historia de la mano, el parking en la entrada nos permite subir al puente de ingreso al pueblo, caminar despacio y contemplar hacia todos lados. La gran puerta nos indica que hace un tiempo el pueblo se cerraba, y tenia su razón. Fue una colonia judía asentada en el pueblo que le dio una historia variada y rica a la vez. Hay mucho que visitar, desde el museo de miniaturas, las iglesia y la sinagoga, así como pasear por el costado del río
Lago de Bañolas, el lago nos permite disfrutar de actividades acuáticas en un entorno natural, un siesta al costado del lago, será un recuerdo imborrable
Monells, la plaza del Mercado, en el medio con sus bonitos arcos nos acompañan en todo su recorrido. Vale la pena ver el día del mercado la actividad que hay
Cruilles, pequeño pero encantador, la Torre nos transporta a épocas pasadas. La iglesi pequeña pero acojedora. Muy cerca del pueblo se encuentra el monasterio de Sant Miquel de Cruilles.
Madremanya, una joya tanto dentro como fuera del pueblo, hay mucho para ver. El casco antiguo se alza en una colina, y sus casas están dentro de un recinto amurallado, con calles de piedra para perderse y contemplar como viví la gente en el medioevo. La iglesia de Sant Esteve y la plaza Mayor nos completan el recorrido dentro del pueblo. En las afueras, la iglésia de Sant Iscle y Santa Victoria de Millàs, el Castell de Millàs y la cruz de Millàs. Todavía hoy reside la familia Millàs. El castillo es una residencia privada, no se puede ingresar.
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